LogoConfe.gif (846 bytes) DANIEL GIL (1930)  



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Aún es un caso único en el panorama del diseño gráfico español de todos los tiempos. Relacionado con la historia contemporánea del libro por méritos propios, todo editor y diseñador de cubiertas se ha topado con Daniel Gil y con su obra. Influyó en todos los diseñadores del campo editorial, a causa de su participación en Alianza Editorial desde los primeros años setenta.

Es un personaje sutil, inquieto y sagaz. Según Enric Satué " le complacen los éxitos de sus amigos, y el éxito de los demás viene a aumentar el crédito a la profesión de diseñador".

Su contacto con la legendaria Escuela de Diseño de Ulm, en los duros años cincuenta, afectó a Gil de forma positiva. Su rigor compositivo, tipográfico y fotográfico en los diseños impecables a lo largo de veintitantos años, pueden proceder de la influencia de maestros como Max Bill, Maldonado, Aicher, Vanterloo, Gugelot o Vordemberge-Gildewart, sobre todo desde 1957, cuando la Trienal de Milán concedió su gran Premio de Diseño a los productos de la firma Max Braun de Frankfurt, a la que Aicher y Gugelot habían contribuido de forma poderosa en el diseño de su imagen tan conocida. El modelo ulmiano de los productos de Braun y su imagen publicitaria tiene mucho que ver con la asepsia fotográfica y compositiva propia de las cubiertas de Alianza Editorial .

En "still-life", obra de 1965, "Toaster", de 1966 a 1969 y "The critic laughs", de 1968 a 1972, se percibe el genio e ingenio de Hamilton, el de Gil y el de Duchamp, a quien los críticos suelen invocar al hablar de la obra de Hamilton o Daniel Gil.

En Ulm conoció Daniel Gil el espíritu de la Nueva Bauhaus, lema repudiado por los directores y profesores de Ulm, pero que influyó decisivamente en la obra de Gil. Para la editorial Alianza ha realizado más de dos mil cubiertas de libro de bolsillo. Utilizó el papel couché-el célebre martelé-para sus cubiertas, y con ello proporcionó el éxito de la editorial y la envidia de los demás editores. Todos aspiraban a imitar la obra de Gil con sus fotografías a color de naturalezas muertas a ser posible. En la España franquista del desarrollo turístico, se trabaja con un rigor admirable, que obligaba de igual forma a impresores y grabadores.

Fernando Villaverde, en un artículo de la extinta revista "De Diseño" decía: "Daniel Gil ha conseguido como pocos dotar al mensaje gráfico de sus cubiertas de la misma riqueza de significados posibles que, en principio, es exclusiva del texto del libro" (Fernando VILLAVERDE, "Retrato del artista como diseñador gráfico", De Diseño,14. Madrid, invierno 1987).

Gil es un artista-diseñador que se disfrazada de Schwitters, Magritte, Duchamp, Rodchencko, Ernst, Oldenburg y hasta de Berrocal (poco felices y barrocas esculturas-objeto). Esos limpios, pintados y ensamblados objetos fueron colocados con precisión ulmiana en las portadas de Alianza bajo la sensible lente del fotógrafo Francisco Ontañón.

Según Humberto Peña "en Gil hay algo muy ibérico en su búsqueda del objeto, lo que hace recordar a otros grandes españoles: a Juan Gris en su depurada relación formal y el acabado técnico; a Dalí en el viaje hacia el psicoanálisis y la paradoja; a Buñuel en la crueldad y la ironía corrosiva" (Humberto PEÑA, "psicoanalista de la imagen", Revolución y Cultura, 5. La Habana, mayo de 1986".

Hay un libro que los diseñadores e historiadores no podemos olvidar, se trata de la cubierta de "El Diseño Gráfico. Desde los orígenes hasta nuestros días", del cual es autor Enric Satué y que editó Alianza con todos los honores, gracias a la portada y a la decidida intercesión de Daniel Gil. Asimismo "Los Demiurgos del Diseño gráfico", también de E. Satué, con portada de Daniel Gil, para Mondadori.

Ultimamente ha realizado el símbolo gráfico del Museo Thyssen-Bornemisza, con tipografía de Cassandre; la portada del palacio de Villahermosa en azul y las letras en gris. La letra es la Peignot.